viernes, 17 de febrero de 2012

Eliaschev: Persistir en la banalidad

Hace unos meses, bajo el título de "Infelicidades", Pepe Eliaschev publicó en Perfil una autentica y demencial apología del ajuste. Costaba leerlo, les aseguro. Sobre todo porque algunos aún se refugian tras la desvencijada etiqueta del progresismo y la socialdemocracia, lugares los cuales -aparentemente- resultan ser los mas propicios para maquillar sus claudicaciones.
En esa editorial del día 6 de Noviembre, Eliaschev no ahorra tinta en aproximaciones de amateur y sin sustento para justificar su propuesta "progre" ante un escenario de crisis económica global. A saber: "...Trabajar más horas por día y/o más días por semana, pagar más impuestos, recortar franjas del gasto público corriente, jubilarse más tarde, evitar que los salarios crezcan más que la inflación y los precios, y administrar de manera más prudente el ejercicio de ciertos derechos sociales". López Murphy seguramente no quisiera compartir un espacio político con un militante de la ortodoxia tan radicalizado y de tan precario tacto político.

Eliaschev no dice a qué racionalidad invoca para despacharse con su sanata conservadora, y sólo -para justificar su moción de ajuste- evoca a la Revolución Cubana y a los recientes recortes de beneficios sociales que se llevaron a cabo en algunos sectores sociales para dar oxígeno a una economía que padece mas la asfixia del burocratismo que las limitaciones económicas en sí mismas. Tampoco sospecha siquiera que una pudiera ser producto de la otra. Todo es lo mismo.
Nuestro amigo persiste en su banalidad de escriba pudiente, cuando insiste en señalar que el capitalismo -como lo hizo en el programa de televisión del cual es panelista en Canal 26- es sin dudas un sistema exitoso porque supo prevalecer por sobre las experiencias socialistas, ya sean las soviéticas, como las chinas o las vietnamitas.
En resumidas cuentas, el capitalismo es exitoso por el nada despreciable mérito de reinar sobre la faz de la tierra como amo y señor de todos los mortales. Efectivamente el mundo es un lugar maravilloso en el cual los desnutridos que lo habitan aún no tuvieron la posibilidad de enterarse.
Al 2005, 1400 millones de seres humanos vivían con menos de 1,25 dólares diarios. Estos datos son arrojados por la ONU y no por Raul Castro. Otro dato desalentador para nuestro converso y apologista de la libre empresa, es que, en todo el mundo, 1 de cada 5 trabajadores y sus familias, viven en la pobreza extrema.
La pregunta que deberíamos hacernos ahora es, ¿por qué nuestro sensible demócrata no se conmueve ante tamaña injusticia?
Pepe Eliaschev no puede detenerse en esos detalles sin necesariamente cuestionar al capitalismo como sistema económico global, algo que evidentemente, no le interesa demasiado hacer.

En esta época de crisis global capitalista, opta por profundizar su claudicación de arrepentido, de la mano de los socialdemócratas europeos (como aquellos del PSOE), taladrando con la retórica del ajuste a partir de la apelación a una especie de criterio universal económico. Nada mas despolitizante para el agitador empedernido del "acuerdo" y del "consenso". Eliaschev está convencido de que la economía es, en efecto, una esfera que se ubica por encima de la política, y que las determinaciones de ésta son adoptadas bajo un criterio de racionalidad "técnica" que no admite incumbencia política de ningún tipo. A partir de dicho axioma, el neoliberalismo pudo llevar a cabo las denominadas "reformas estructurales", la desrregulación financiera y los desmantelamientos productivos.
Cinismo o estrechez intelectual, a esta altura da lo mismo. Eliaschev corona su ya lejana renuncia a las causas populares haciendo fuerza para erigirse como paladín autóctono de los intereses de la selecta minoría de parásitos que tienen el privilegio de vivir del trabajo ajeno. Su actitud de converso resentido lo lleva a persistir en la banalidad argumentativa y en la superficie del pensamiento: ha perdido el interés por un verdadero debate político y se ha prestado a hacer el trabajo sucio como triste justificador de los ajustes que se descargan en el mundo entero sobre las espaldas de los trabajadores.

Hace pocos días, Eliaschev volvió embelezado de su viaje por Israel. Entre loas a la profunda libertad que se respira en la tierra prometida, el demócrata incomprendido olvidó mencionar las innumerables denuncias que pesan sobre el estado israelí por la aplicación de la tortura a detenidos acusados de "terrorismo". La ONU y Amnesty Internacional (organización stalinista si las hay) vienen advirtiéndolo sistemáticamente, pero al parecer aún no gozan de una credibilidad suficiente para ser tomadas por serias por nuestro amigo periodista. Patético y lamentable.

Sinceramente resultan indignantes los sucesivos intentos de algunos periodistas de instaurar -cantando a coro- un criterio de normalidad despolitizado y ajeno a cualquier ejercicio de crítica que tenga como horizonte cuestionar el actual estado de cosas y en particular las actuales relaciones de dominación. Se trata de una permanente e incansable operación superestructural, en el plano de la conciencia de los individuos, que tiene como propósito apuntalar un ya desvencijado statu quo. Fuerza de choque reactiva y conservadora, defienden aquellos intereses particulares y ciertamente poderosos que no conviene desenmascarar para no lesionar la credibilidad de sus discursos.
Es ciertamente por un condicionamiento histórico que los intereses particulares son percibidos por los sujetos como un inobjetable interés general, pero es necesario que existan operadores permanentes que apuntalen esa ingeniería del engaño y reparen las grietas que se perciben en la superficie, a simple vista, sobre todo en momentos de crisis. Ese trabajo de albañil del statu quo es el que tristemente realiza Eliaschev junto a un ejército de mediocres jornaleros de medios de comunicación.

Como siempre, hay que saber quien es quién, pero fundamentalmente, a que intereses sirve.
La vida muchas veces porta una dosis tan elevada de ironía, que vale la pena que nos detengamos a contemplarla. El actual sionista y conservador, Pepe Eliaschev, decadas atrás fue destacado escriba de una mítica publicación llamada "Cristianismo y Revolución". ¿No es acaso maravilloso?.

MS

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